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Foto del escritorTerritorios Baldíos

¿Una foto? ¿Para qué?

Actualizado: 28 ene 2022




Darío Fritz

Desempañar un vidrio ayuda a ver.

Un amanecer diáfano ayuda a fotografiar.

Tener paciencia ayuda a fotografiar.

Pensar, ayuda a fotografiar. También hacer de la calma un sacerdocio.

El tripie de cámara permite alzar la mirada, como los ojos retratados de un político dejan ver la sonrisa perpetua y los de una niña migrante dejan ver la angustia.

Una canción de Amy Winehouse es una fotografía de desazón y dolor, como una de Chavela Vargas fotografía el sentimiento con el cuchillo entre los dientes.

Cantar bajo una ducha fotografía la alegría, dos hojas de albahaca fotografiadas lucen al arroz más sencillo, una botella empinada deja ver intenciones de olvido.

Colocarse frente al espejo poco ayuda a fotografiar.

La pérdida de una madre no ayuda a fotografiar.

La bebé en gestación crece con su primer álbum, una selfie es poco posible que esté en un álbum. Un niño que sale a trabajar todas las mañanas nunca tendrá su álbum.

Un cuerpo cansado fotografiado nos habla de rutina.

Un cuerpo vivo fotografiado nos explica quién es.

Un cuerpo sin vida fotografiado dice de él.

Fotografiar es optar. Y sobre eso dice Eamon Doyle, fotógrafo y músico irlandés: “cuando pintas te enfrentas a un lienzo en blanco, y eres libre de hacer lo que quieras con él. Pero cuando estás fuera, en la calle, tan pronto como enfocas con la cámara, ya tienes el lienzo completamente lleno. Lleno de información. Y todo se reduce a mí, dice Doyle, sobre escoger o descartar”.

Con miedo no hay fotografía.

Con rencor muchas veces hay fotografía.

El dolor embellece la fotografía.

Si la exhibe, la riqueza suele rechazar la fotografía.

El aburrimiento no ayuda a fotografiar, como la falta de pasión burocratiza el lente y unas baterías vacías asesinan el obturador.

Leer a Ibarguengoitia, Valeria Luiselli, Rolo Diez, Salter, Carrere, Banville, Ford, Siri Hustvedt, Auster, Arriaga, Dilon, Maia, Serna, Nettel o Glantz, nos fotografían el mundo y diseccionan la luminosidad.

Una noche de viernes puede no ser buena idea para fotografiar, aunque aún menos será la noche de un domingo. Un amanecer de año nuevo… jamás.

Una fotografía en una novela sólo puede ser narrada.

Una fotografía en un cuento infantil no ayuda a la imaginación.

Pintar cerámica, reparar muebles antiguos, cortar la fruta del desayuno pueden ser un cable a tierra, pero salir a la calle distingue a la fotografía.


El aburrimiento no ayuda a fotografiar, como la falta de pasión burocratiza el lente y unas baterías vacías asesinan el obturador.

Asistir a una exposición de Cappa o del Word Press Photo, ayuda a fotografiar. Como también recorrer una exhibición de pinturas de Remedios Varo. Los sueños se alimentan del reflejo de los otros.

Las imágenes recuperadas de los años 50 del siglo pasado en la colonia Tabacalera enaltecen la humildad de los fotógrafos aficionados de esas épocas.

Revisar, conocer a Paulina Lavista, Álvarez Bravo, Casasola, Meyer, Nacho López, Aridjis, Aguilar, Cruz, Valtierra, Yampolsky, Lubetsky, Moya, Andrade… habla de germen, aprendizaje, identidad de la fotografía.

Una fotografía familiar puede no decir nada.

Una serie de fotografías halladas en un mercado, revelan y nos ayudan décadas después a descifrar los matices de una familia.

Una serie de fotografías halladas en una maleta perdida, otras décadas pasadas, nos ayuda a explicar otro mundo.

Los viajes nos obligan a fotografiar, las diásporas y las guerras obligan a ser fotografiadas, quienes esconden secretos simplemente matan o inhiben la fotografía.

Las fotografías de la escena de un crimen apuntalan el morbo.

Las fotografías de la escena de un crimen han acabado en amenazas y agresiones contra fotógrafos.

Retratar tres mil cuerpos asesinados víctimas de la guerra contra el narcotráfico no ayuda a la salud mental de un fotógrafo, aunque él me diga lo contrario.

Que sólo de diez a treinta por ciento de las fotografías publicadas en los medios hayan sido realizadas por mujeres, no ayuda al acceso de las fotógrafas a la igualdad laboral.

Reír ayuda a fotografiar.

Un pantalón de mezclilla ayuda a fotografiar.

La ironía ayuda a fotografiar.

Fotografiar ayuda a cuestionar.

Como dice Sebastiao Salgado, “La vida de los fotógrafos es así: ir, descubrir, conocer y transmitir”.


Foto: Andrea Murcia (tomada de @usagii_ko)

Texto leído en el Conversatorio sobre la libertad de expresión y el fotoperiodismo en México, el 25 de septiembre de 2021, Museo Franz Mayer (organizado por UNESCO-Museo Franz Mayer).

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