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Esa chica…

Actualizado: 19 jun 2023

Darío Fritz


Tiene los ojos puestos dónde otros se

proponen ocultar.

Amy Chiniara © Transparency International

Tiene la templanza de ofrecer lo que

alguien entregó con generosidad.

Tiene un corazón a tambor batiente a la espera de la avidez de otro similar.

Tiene argumentos punzantes que susurran a oídos inquietos.

Tiene roca pulida por olas que harán descifrable cualquier búsqueda.

Tienen luces apostadas donde los tesoros son asequibles.

Tiene un mar de datos que anuncian tempestades.

Tiene el vértigo del desengaño.

Tiene la madera genuina y preciada del roble y el fuego exuberante de un volcán.

Tiene el volcán.

Tiene límites que marcan el hasta acá.

Tiene límites que llevan a nuevos laberintos.

Tiene la luz resplandeciente de un amanecer que aventura inclemencias.

Tiene acertijos que invitan a pensar.

Tiene el don de simular y destapar.

Tiene el blanco cristalino de lo verosímil.

Tiene huecos por donde aflorar que hacen insulsos muros de arbitrariedades.

Tiene faros para alumbrar certezas.

Tiene cicatrices de heridas que no ha dejado pernoctar.

Tiene los ojos puestos en la ilegalidad que huele a impunidad.

Tiene los números, las pruebas, de lo que es simulación, mentira, falsedad.

Tiene gente cercana dispuesta a defenderla de patrañas de hombres y mujeres indolentes con la verdad.

Tiene el rigor de fortificar la fiabilidad.

Tiene la entrega que hace de la contrariedad un llamado a reflexionar.

Tiene la tenacidad de callar la malicia.

Tiene las partículas del polvo que nunca lograrán posarse definitivas.

Tiene la sabiduría de infinitas páginas por revelar.

Tiene la vergüenza de hacer ver la discriminación, la dádiva, el crimen, que otros se niegan a pagar.

Tiene el poder de probar para que otros decidan a quién votar, a quién reclamar, a quien encarcelar.

Tiene la autenticidad que sus enemigos menosprecian y pretenden cercenar.


Nacida en tiempos cercanos de apertura democrática y hartazgo por un pasado arbitrario y oscuro, la transparencia que dejaba ver los entresijos de los poderes del Estado parecía asentada sobre terreno sólido y perdurable. Un resquicio de confianza oxidada ha sido suficiente para que la quieran tumbar a ras de piso y sin derecho a florecer.

Esa chica... merece vivir.


(La música seleccionada tiene la función de acompañar tu lectura)

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