Darío Fritz
Cada domingo asoma como una bala en el juego de la ruleta rusa. La expectativa está centrada en el giro del tambor del arma y la esperanza de que la pólvora no se dispare. Una encrucijada destinada al azar. Pero que acabe lo más pronto posible. Si el día coincide con una fecha que el calendario de las circunstancias otorga a festejar a los padres, la ruleta rusa será de doble artificio. Imposible en ese día para un padre evitar las gotas de sudor frente a las brasas que asan la carne. Pagar la cuenta del restaurante. Pagar el pastel. Ver la película que eligen los hijos -ni decir si son niños-. Festejos como el de las madres no se equiparan. El rol secundario ante tanta fanfarria escatima cualquier proporción. Pero allí está. Apocado. Sugerente. Así se asume. El día del padre. Y en domingo.
Entre los delirios y la ferocidad que la vida a diario nos da a saber, vale remontarnos a algunas historias. La de personajes al límite, que caminan sobre una fina capa de hielo y están resueltos a sobrevivir, aun si se hundieran. Adictos a las crisis y la violencia sicológica y física, sin inmutarse por destruir la vida de otros. Hechos de un barro que no está del todo compacto, a decir de Marcos Giralt Llorente. El filósofo Diógenes tuvo un padre banquero, acusado de falsificar monedas. Ante eso prefirió abandonar su casa y su ciudad y eligió ser pobre. En Atenas buscaba personas honradas munido de una lámpara. Amy Winehouse tuvo un padre que no se hizo ver en la infancia. Cuando ella comenzó a destacar, sí se acercó. “Mi padre nunca estaba para decir ‘¡háganle caso a su madre!’. ¿Comprendes?”, relató ella. Le pidió su opinión para hacer un tratamiento contra las drogas, y Mitchell Winehouse dijo que no era necesario, seis años antes de morir. Entre su mundo cercano, se cree que esa oportunidad pérdida selló toda posibilidad de futura recuperación de la revolucionaria del soul.
Allí está. Apocado. Sugerente. Así se asume. El día del padre. Y en domingo.
Joe Jackson fue un suplicio para sus hijos, incluso para Michael. Un error en los ensayos musicales de cualquiera de ellos se pagaba con la hebilla del cinturón marcada en el cuerpo. Le infligió tanto miedo al rey del pop que con sólo verlo lo hacía sentirse enfermo. Hay quienes han hecho bien el trabajo con los hijos, que los protegen a capa y espada. El hijo abogado que defendió hasta su muerte a Miguel Nazar Haro para que no fuera a parar a la cárcel, y lo logró, como el protagonista más denunciado por crímenes del Estado durante la guerra sucia de la DFS en México, o Nenuca, única hija de Francisco Franco, que supo ocultar y administrar los bienes de origen dudoso del dictador español. En otros casos no se las han dejado pasar, y los denunciaron: los hijos de sangre o robados a sus padres desaparecidos por militares y policías torturadores en Argentina durante la dictadura militar. Otros lo incorporaron a su literatura: “¡Contempla amable lector, a este pobre muchacho emocionalmente mutilado, aplastado bajo las botas de un padre tiránico!”, recuerda el escritor John le Carré en Volar en Círculo sobre Ronnie, “embaucador, farsante, ocasional visitante de la cárcel, y además, mi padre”. También hay quien defiende al padre, pero no el personaje y su pasado siniestro, como Juan Pablo Escobar Henao, hijo del mítico narcotraficante colombiano. Las esposas suelen ocupar un lugar estelar: Emma Coronel destaca a un papá feliz alzando en brazos a una de sus gemelas cuando aún evadía la justicia hace una década. Joaquín Guzmán Loera no habrá podido disfrutar del mensaje porque en la cárcel de Colorado vive en aislamiento.
En el anochecer de la cruda rigurosa del domingo la pólvora pasa al olvido y las historias de estos personajes nos podrán decir que no hemos padecido tanto. En el anochecer de la cruda rigurosa del domingo la pólvora pasa al olvido y las historias de estos personajes nos podrán decir que no hemos padecido tanto. Solo cabe preguntarnos qué tormento estamos causando.
@DarioFritz
(La música acompaña la lectura. Gracias por leerme)
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