El debate y el disenso se han perdido. Cada quien esgrime su verdad, y no interesa lo que opinen otros. Ese hueco se ha cubierto de autoritarismo. La mordaza acecha.
Desde que el mundo ya no se divide por color, el miedo al diferente, al raro, al de acento extraño, se ha acentuado. Se asimila que el racismo existen sin consecuencias.