El debate y el disenso se han perdido. Cada quien esgrime su verdad, y no interesa lo que opinen otros. Ese hueco se ha cubierto de autoritarismo. La mordaza acecha.
Así estamos, enhiestos, plantando cara al vendaval, desconfiados de que en algún momento se transforme en brisa. Predispuestos a no cargar sapos ni beber veneno ajeno.